Enseñar aprendiendo
La siempre difícil tarea de educar. Descubrir que los niños tienen tanto o más que enseñarnos que nosotros a ellos es el primer paso.
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Educación versus obediencia.
¿Queremos que nuestros hijos (o alumnos en el caso de los educadores) nos obedezcan? Parece una pregunta sencilla pero tiene más implicaciones de las que en principio solemos apreciar. Por un lado, nosotros somos los adultos y por tanto los responsables de su bienestar y educación. Somos los que sabemos lo que es mejor para ellos y somos quienes, en la mayor parte de ocasiones, tomamos las decisiones. Pero cuando pedimos a un niño que haga o no haga algo y sigue nuestra indicación, lo que interviene (o debería intervenir) es la educación y la confianza, no la obediencia.
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¿Cómo elijo una escuela infantil?
Lamento comenzar este artículo confesando de antemano que yo no tengo la clave para elegir la mejor escuela infantil. Esa elección dependerá de muchos factores que cada progenitor deberá valorar y ponderar, tales como cercanía y comodidad a la hora de llevarlos al centro, metodología impartida, importe económico y muchos más. Pero si nos centramos en la educación que van a recibir los niños, sí que podemos fijarnos en unas cuantas cosas. Tener, por así decirlo, un “abc” de la buena escuela que os ayude a escoger entre las muchas ofertas que existen.
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La tiranía de las emociones positivas.
¿Qué tal estás? Una pregunta sencilla y bienintencionada que todos oímos a menudo. Lo preguntamos constantemente a nuestros amigos y familiares y también a personas con las que no tenemos una relación demasiado profunda pero que, por ejemplo, hace tiempo que no vemos. Lo hemos convertido casi en un saludo.
A pesar de esa normalidad con la que formulamos la pregunta, casi nunca estamos preparados para la respuesta. El interrogante sale de nuestros labios pero no tenemos intención de oír la verdad. Por suerte el interpelado tampoco la tiene de contárnosla. Se encuentre bien o mal, esté contento o triste, se limitará a darnos una vaga impresión de bienestar sin entrar en detalles. Por ello, en las pocas ocasiones en las que nuestro interlocutor responde de forma negativa, llega esa sensación de extrañeza. Nos asalta la incomodidad.
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La suerte de haber crecido libre.
Hace un par de semanas inauguraron un parque cerca de mi casa. Han convertido un espacio hasta ahora inservible en una zona verde llena de fuentes, columpios, bancos y césped. Por supuesto semejante terreno está haciendo las delicias de todos los niños que, sin cesar desde su inauguración, lo llenan de carreras y juegos. El domingo por la mañana, paseando por los diferentes caminos que lo cubren, no podía dejar de mirar las sonrisas satisfechas de los más pequeños. Y es que es un lujo poder disponer de un espacio así en el que correr y jugar de forma más o menos libre. Un área grande en la que no tener que preocuparse del tráfico. Es un lujo, y ese es el problema.
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Escuela infantil universal y gratuita… ¿por fin?
Todos los padres se saben bien la lección. Tienes un hijo y en cuanto toca volver al trabajo, que es pronto, el niño se va a la escuela infantil. Porque las únicas opciones son esa o bien irse con los abuelos, si es que se tiene la posibilidad. Y a las familias les toca hacer malabarismos para poder cumplir con todas las exigencias, económicas y sentimentales, que tal situación supone.
No deja de ser curioso que la educación infantil se lleve, en España, gran parte de los recursos económicos del núcleo familiar, máxime cuando los profesionales de la misma tenemos un salario tan exiguo, por no decir irrisorio. Así que la posibilidad de una educación infantil de primer ciclo, es decir de 0 a 3 años (recordemos que la de segundo ciclo ya está cubierta de forma pública), que sea universal y gratuita es una buena noticia, un notición vamos. ¿O no?